jueves, 21 de junio de 2012

Callar

Supe que estabas mal, supe que estabas enfermo y fue un enorme impulso el que sentí de preguntarte ¿cómo estas?. No me gusta saberte mal, me duele tu dolor. Pero me contuve, en algún momento lo habría hecho, y moría por hacerlo otra vez. Aún me dueles, aún te quiero.

Llegué incluso a pensar que estaba equivocada, que tomé la decisión apresurada, en momentos en que extrañé tus mensajes, en que llegué a pensar que no era como yo pensaba. Pero entonces la referencia a su mirada, tu cambio radical en el sentido del humor, el que a mi no me respondieras por la razón que fuera, pero si era ella apresurabas la respuesta, me hizo ver que yo no estoy ni estaré nunca en tu corazón.

Entiendo que no tengo armas para lucha con ella, entiendo que tú no quisiste luchar por mi...

Si estoy equivocada, no creíste que valiera la pena darme la explicación, entonces entendí, que si me amaba a mi misma... Necesitaba decirte adios...

Y aunque se que hoy tu salud no es idónea, y aunque por amor mi mayor impulso es hablarte... Por mi... por amor propio (que no por orgullo) mi preocupación debo callarme...

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